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¿ Quién no querría liberar de una vez por todas a la humanidad de la guerra ? Los hombres siempre han soñado con librarse de este flagelo. Pero como recuerda Lenin en 1915, para aclarar la posición del internacionalismo comunista frente a la masacre imperialista en curso : « Los socialistas han condenado siempre las guerras entre los pueblos, por considerarlas actos de barbarie y vandalismo. Pero nuestra actitud ante la guerra es, por principio, diferente de la de los pacifistas burgueses (partidarios y predicadores de la paz) ». Como de la de los “anarquistas”, atrincherados detrás de un vacío antimilitarismo de principio. Sobre todo, precisa además, de los primeros « Diferimos porque comprendemos la inevitable ligazón de las guerras con la lucha existente entre las clases dentro de cada país, [...] la imposibilidad de poner fin a las guerras sin suprimir antes las clases y sin instaurar el socialismo. Diferimos también de ellos porque reconocemos plenamente que las guerras civiles, es decir, las guerras llevadas a cabo por la clase oprimida contra la clase opresora – las guerras de los esclavos contra los esclavistas, de los campesinos siervos contra los terratenientes, de los asalariados contra la burguesía – son legítimas, progresivas y necesarias ».