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BELISA: Baja los ojos al suelo, porque sólo has de mirar la tierra que has de pisar. FENISA: ¡Qué! ¿No he de mirar al cielo? BELISA: No repliques bachillera. FENISA: Pues ¿no quieres que me asombre? Crïó Dios derecho al hombre porque el cielo ver pudiera; y de su poder sagrado fue advertencia singular, para que viese el lugar para donde fue crïado. Los animales, que el cielo para la tierra crïó, miren el suelo; mas yo ¿por qué he de mirar al suelo? BELISA: Mirar al cielo podrás con sólo el entendimiento; que un honesto pensamiento mira la tierra no más. La vergüenza en la doncella es un tesoro divino. Con ella a mil bienes vino, y a dos mil males sin ella. Cuando quieras contemplar en el cielo, en tu aposento con mucho recogimiento, tendrás, Fenisa, lugar. Desde allí contemplarás de su grandeza el proceso.